Desigualdad de género

Hace unos meses se celebró la cumbre de la OTAN en Madrid poniendo patas arriba la ciudad dada la llegada de los más altos mandatarios del mundo para hablar de alianzas y metas. En este caso, destaca la escasa presencia de mujeres líderes en la cumbre como se puede apreciar en la foto de abajo:


27 hombres y  sólo 4 mujeres mandatarias se pueden observar: una desigualdad enorme. No sólo eso, si no que además se realizó una comitiva paralela con las consortes de los líderes encabezada por la Reina Letizia como anfitriona (de la comitiva, claro está) dedicadas a visitar exposiciones, tiendas,  y menesteres menores en comparación con las reuniones de sus maridos. 

Foto del 2022, no del siglo pasado como parece.

Este hecho es importante porque refleja -influye también- lo que pasa profesionalmente en la sociedad en entornos más comunes y menos visibles: lo que se conoce como techo de cristal, esto es, las dificultades que tienen las mujeres para acceder a puestos directivos.

Según el Foro Económico Mundial sólo el 18% de las mujeres en el mundo ocupan algún cargo de alta dirección y, según la ONU, 119 países aún no han tenido ninguna mujer como presidenta. Esto quiere decir que las decisiones que te toman a cabo y que afectan a la sociedad en conjunto, aunque apelen a las mujeres, no cuentan con ellas como sujetos con decisión y debates y así claro, ¿Cómo van a avanzar las sociedades si no cuentan con lo que las mujeres tienen que decir?

Hay que empezar por analizar las causas. Varios factores son origen de esta desigualdad y, aunque nos felicitemos por lo bien que avanzamos, se siguen perpetuando desde hace décadas como el abandono de la carrera profesional por parte de las mujeres en beneficio de los hombres para cuidar la casa y los hijos (maternidad y falta de conciliación). Esto me parece, además, bastante triste ya que las mujeres son mayor porcentaje en los estudios universitarios.
Otros factores son los estereotipos de género como, por ejemplo, los prejuicios entorno a los roles de mujeres líderes y cómo deberían comportarse en sectores tradicionalmente masculinizados; la interiorización de dichos estereotipos por las propias mujeres que se autoexigen más y se sienten incapaces de tener cargos en la alta dirección (el famoso síndrome del impostor que afecta más al sexo femenino); la falta de redes de mujeres para apoyarse y aconsejarse, cosa que sí ocurre con los hombres que en este caso socializan más ya que no suelen tener obligaciones fuera del trabajo.

Creo que observando las causas de este tipo de desigualdades profesionales, los efectos que tienen y, claro está, llevando a cabo planes de igualdad, se puede aliviar la discriminación. Aquí juega un papel importantísimo un asunto que cualquier persona aprende desde que es pequeña: los estereotipos de género. Estos son difíciles de erradicar y habría que llegar desmigajar el concepto de  género y la importancia de abolirlo, pero eso ya sería un tema más peliagudo y se necesitaría otro artículo.


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